top of page

La herida del reconocimiento

Foto del escritor: Perla  WilsonPerla Wilson

La semana pasada me entregaron un reconocimiento que no esperaba. Fue increíble escuchar mi nombre, tomarme la fotito y recibir un aplauso, pero ¿saben

qué pasó cuando llegué a casa?

NADA… Dejé el diploma en un lugar seguro y continué mi tarde.


No me malinterpreten, la experiencia fue muy satisfactoria, pero mi antigua yo habría tomado mil fotos, subido la historia con una frase mamadora, enviado la foto al grupo de mi familia esperando halagos y estaría ya planeando qué hacer para quedar en primer lugar la siguiente vez. ¿Eso es malo? Por supuesto que no. Pero desde que pude identificar mi carencia de reconocimiento y cuestionar esa creencia, logré entenderla y, simplemente "sanó".


La experiencia mística que me ayudó a entenderlo

Les voy a platicar algo mega místico que viví hace un año, en mi segunda vez tomando Ayahuasca, esa medicina de la que tanto se habla y tan poco se puede explicar. Esa vez me presenté sin expectativas, con la intención de soltar el control y fluir (algo que, personalmente, me cuesta mucho trabajo) y lo que recibí fue oro puro. Más adelante les contaré todo lo que viví, pero lo importante aquí es que me di un mini coaching a mí misma sobre el tema del reconocimiento.


De niña fui la típica morra de dieces y chingos de diplomas: que si concurso de oratoria, que si olimpiadas de matemáticas, que si top 3 en aprovechamiento… Siempre llegaba a casa a enseñarlos y los guardaba en una carpeta. Pero cuando mi abuela falleció y desocupé la casa para ponerla en renta, mi carpeta y más recuerdos se perdieron, dejando un vacío en mí.


Ya de adulta, empecé a recolectar todos mis reconocimientos profesionales y guardarlos como si fueran my precious. En serio, tengo diplomas hasta de cosas que ya no sé hacer (como leer partículas por difracción de luz). Y cada vez iba sumando más y más.


Uno de los reconocimientos que más me gustaba mostrar era de cuando trabajaba en ventas y fui seleccionada como “empleada del mes” cuatro veces en un lapso de ocho meses. Poco después, ascendí a mi primera gerencia, y para mí fue un wow porque ahora tenía un título que me hacía sentir importante.


Así viví por mucho tiempo… hasta que en plena Ayahuasca empezó la quejadera. En ese momento de mi vida sentía que mi trabajo era poco reconocido y eso empezaba a frustrarme, hasta que mi yo interna me preguntó de dónde venía ese sentimiento. Recordé mis diplomas de niña y respondí:

"Cuando era chica, no recibía una felicitación por mis logros porque era mi obligación. Importó tan poco que todos mis diplomas pasaron a mejor vida".


Ese momento de realización fue clave. Lo siguiente que pensé fue en organizar un festejo de mí para mí, con mi familia, para darme el reconocimiento que no había tenido y “sanar” mi herida. Estaba por imaginar el menú y contratar una botarga cuando otra pregunta me detuvo:


¿Y qué onda con Vale?

Mi hija Vale es la persona más cool del universo. Recibe reconocimientos sin esfuerzo y a veces pasan semanas en su mochila hasta que se acuerda de dármelos. Yo tengo una carpeta con algunos y ella guarda otros, pero nada especial.


Entonces, ¿por qué a Vale le vale?

La respuesta fue bastante obvia: a mi hija no le importa el papelito porque recibe validación simplemente por ser ella. Sus logros son celebrados, pero no le damos importancia a las etiquetas. Wow.


¿Entonces mientras le doy esa validación a mi hija, me estoy sanando yo también?

A partir de entonces, pude reconocer mi valor más allá de los aplausos. Aprendí a irme de entornos que no me aportaban, a valorar más mis colaboraciones y hasta a exigirme menos en la necesidad de ser reconocida. No es que se me haya subido… sino que entendí que no necesito el aplauso de otros para confirmar lo que ya sé:

💥 Soy chingona, valiosa y poderosa simplemente por ser yo. 💥


Cuando me permito ser auténtica, sin necesidad de aprobación externa, aporto muchísimo valor al mundo y todos nos beneficiamos de ello.


El reconocimiento es importante, pero la validación viene de ti

Por supuesto que recibir ese reconocimiento fue cool, pero lo que más me gusta de ese lugar es colaborar con personas que entienden la fucking vibra, que están abiertas a escuchar ideas y que comparten su experiencia para crear sinergia. Si a eso le sumamos el reconocimiento al esfuerzo que están implementando, creo que es un combo que promete.


Justo hoy visité una empresa donde entregaron mini Oscars a los empleados, y se me hizo la cosa más cool del mundo. Creo que este tipo de iniciativas muchas veces son infravaloradas, pero aportan muchísimo al entorno profesional.


Si tú, como yo, has batallado para ser reconocido en tu trabajo o dentro de tu familia, te propongo una idea medio loca:


💡Olvida las expectativas que tienes hacia los demás por un momento y enfócate en ti.

¿Qué necesitas? ¿Cómo puedes reconocerte a ti mismo(a)? De chingona a chingón(a), ¡trátate bonito! Date el reconocimiento que buscas en los demás y festeja tus logros, aunque el mundo permanezca indiferente. Hazlo por y para ti, y espera a ver la magia.


Cuando entendí esto, me sentí magnética. Personas súper top empezaron a acercarse, llegaron nuevas ofertas laborales, propuestas de colaboración…

✨ ¿Qué más es posible? ✨


Si esto resonó contigo, te tengo una invitación especial

Si te gustó cómo encontré la raíz de mi herida y logré transformarla, quiero extenderte la invitación a un taller sobre creencias donde profundizaremos en esta metodología.

No te preocupes, ¡no hay ayahuasca de por medio! 😆

Digo “sanar” entre comillas porque no me gusta esperar a estar al 100% para tomar acción. Mi metodología se trata de integrar nuestro pasado como un impulso para construir un presente increíble.

Si esto resuena contigo, mándame un mensaje y te paso todos los detalles. 🙌🏼

 
 
 

Comments


bottom of page